Micros Amarillas v/s de Colores
Creo haber comentado ya en alguna parte acerca de las micros de colores de Viña y Valpo.
Pues bien, ahora estamos Ad Portas del Transantiago, y creo q de algo llamado "TransValpo" donde las micros de colores dejara de ser colorinches, y cambiarán a un color naranja feo, con algunas combinaciones según vayan a Viña, Limache, Concón.
También cambiará la numeración.
Deberé aprenderme lueguito la micro q me sirve pa mi casa, pues como vengo tan poquito, lo más seguro es q nunca sepa cuándo sea el cambio, y un día me encuentre en el paradero cerca del terminal, con puras micros naranjas y sin saber cuál tomar. Al menos ahora uso mis anteojos todo el día, y podré leer el numerito, pues los colores, que eran tan útiles para los pitis q andan por la calle, ya no estarán.
Pues bien, el post era para contarles a los Santiaguinos que alegan por los choferes de las micros amarillas (no para la Mariel, que las ama), las peripecias del micrero porteño. Incluso para Mariel será una experiencia inigualable bajar por los cerros, en una "O", lo más parecido a una montaña rusa. Con turistas gritando incluso.
Aquí, los micreros deben lidiar con subidas y bajadas empinadísimas, en calles estrechas, a veces con la micro llena, y mientras manejan, acelerando y doblando en una curva en algún cerro, una de las manos se aleja del volante, saca un cartelito de la fachada del bus, lo deja a un lado, saca otro cartelito de un lado, indicando otro destino y lo pone, a veces forzándolo un poco, para que la gente del cerro sepa para dónde va la micro. Y siguen subiendo y acelerando. Acá no hay carteles que indiquen todo el itinerario de la micro. No señor, acá va cambiando según las circunstancias.
Uno podría terminar en peñablanca, sin saberlo al momento de subir a la micro.
Las carreras entre micros son otro tema. En santiago y su tablero de damas tiene poquísima emoción. Si achicamos un poco las micros, las pintamos, las ponemos en calles más estrechas, con curvas y pendientes, tenemos una carrera de primer nivel. A veces se van para la pista contraria en una curva. La gente grita al ver otros autos y micros frente a frente. Los gritos suben la adrenalina del conductor, que acelera para pasar a la micro enemiga. Una camioneta le grita cosas y le toca la bocina, el chofer le tira algo por la ventana. Qué emoción señoras y señores!!! Un carabinero lo para al terminar la curva. Es una pena.
Otra cosa son los lomos de toro. Al menos a mí nunca me ha tocado micros en Santiago que pasen por calles con lomos de toro. Acá en Viña son unos toros muy altos, y levemente cuadrados. Creo haber saltado incluso medio metro aquella vez en el último asiento de la 22.
No hay que olvidar las aglomeraciones de micros que se ven en algunas esquinas. Un verdadero carnaval de colores, con vendedores y payasos gritando el itinerario de las micros para atraer a los transeúntes. Se pueden observar micros detenidas por más de 10 minutos esperando más pasajeros, micros que se hacen un huequito, toman o dejan pasajeros en un abrir y cerrar de ojos y se van, micros a las que nos les interesan los pasajeros, y pasan por segunda y hasta tercera fila, haciendo caso omiso de toda la gente con el dedo índice extendido. Esa siempre es la tuya en momentos de apuro. Murphy también conduce micros.
Y bueno. De las frenadas bruscas no se salva nadie. Ni aquí ni en la quebrada del ají. Pero la única vez que terminé en la posta constatando lesiones y llegué al tribunal, fue aquí. En Libertad con 8 Norte.