Volví
Y volví distinta.
Creo que nadie puede quedar indiferente después de lo que se vive en Misiones.
El ver a Cristo en los niños, en los jóvenes, en los adultos. En los presos, los enfermos y hasta las prostitutas, no puede dejar a nadie igual.
Todo partió con un gran miedo... Nueva zona, urbana, con gente muy distinta a la de Chanco. En la misa del primer domingo se veían ojos y pelo claro, carteras caras, abrigos de piel. Nosotros fuimos a las poblaciones. Pero no podía dejar de ser impactante el contraste entre el hotel, el museo y el tren del vino a unos pocos metros de tanta gente necesitada.
El miedo que tenía era grande, pero poco a poco nació en mi corazón el amor por cada una de estas personas, y ese amor me llevaba a ellos, y el miedo desapareció.
¿Como no amar el servicio de la Sra Gladys? ¿La energía de la Sra Bernardita? ¿Las ganas de la Karolina? ¿La sonrisa y el cariño de la Lissette?
¿Como quedar indiferente?